jueves, 7 de mayo de 2015

Alimentación Infantil natural: 1ª parte


La madre puede influir de forma beneficiosa en el bebé a través de los alimentos que consuma, aumentando la producción de leche
   Se ha hablado y escrito mucho sobre las necesidades nutritivas de los bebés que empiezan a tomar sus primeros alimentos, durante y después de la lactancia, y se han dado numerosos argumentos, unas veces científicos, otros tradicionales o populares y otros obedeciendo al sentido común.
   Mi intención es exponer el carácter natural que este acontecimiento tiene en la vida del bebé, teniendo en cuenta que los alimentos que se introduzcan en su dieta, la alimentación de la madre durante el embarazo y la lactancia, así como las costumbres familiares y del país, condicionarán y regirán su vida de adulto.
   El hecho de dar a nuestro hijo sus primeros alimentos debe ser un acto consciente. Nuestro hijo necesita lo mejor, los alimentos más adecuados, nuestro cariño, etc., y todo ello debe contemplarse en el contexto de la concepción del mundo en que vivimos, de la sociedad en que deberá desarrollarse y vivir. Para ello, habremos de tener en cuenta numerosos factores, que tendrán como eje la naturalidad y la sencillez de los alimentos que la naturaleza nos da, ofrecidos de una manera reflexiva.


La alimentación del bebé
   Para seguir un orden cronológico en la ingesta de los primeros alimentos, pueden establecerse dos etapas puntuales. La primera se desarrolla desde el nacimiento hasta los tres años de vida del niño, ya que puede considerarse que es a esta edad cuando el niño alcanza la madurez y el desarrollo fisiológico suficiente, tanto renal como digestivo. Sería pues a partir de los 3 años cuando el niño podría incorporarse al sistema de la alimentación familiar, es decir, sentarse a la mesa a la misma hora y comer la misma comida, adaptando naturalmente las texturas y adecuando los alimentos. Es en este momento cuando empieza la segunda etapa.
   La primera etapa es básica y decisiva para optimizar la salud tanto física como mental del niño. Es un punto de partida a la vida con un desarrollo y crecimiento fisiológicamente normales, que respeta la fisiología de sus sistemas más nobles como el digestivo, el renal e inmunitario.
   En esta primera etapa partiremos de la base de que el niño se está alimentando exclusivamente con lactancia materna. Aunque no voy a extenderme sobre lo fundamental e imprescindible de la lactancia materna, conviene decir que la composición de la leche de la madre cambia, adaptándose a las exigencias del bebé en crecimiento. Por otra parte, el bebé puede descubrir en ella una buena gama de sabores.
   La leche adquiere sabores distintos según la alimentación de la madre, y aunque éstos son muy sutiles, el niño los capta perfectamente. A partir de este conocimiento, la madre puede influir de forma beneficiosa al bebé a través de los alimentos que consume y provocar un aumento de la leche tomando tisanas, por ejemplo, de Anís estrellado con Miel. Al gustarle más este sabor, el bebé mama más vigorosamente y este hecho estimula la subida de la leche. Hay que saber que ya en el útero, el bebé es capaz de detectar los sabores del líquido amniótico, que también tiene un sabor característico en el que influyen muchos factores.
   El bebé puede alimentarse perfectamente hasta los 6 meses a partir exclusivamente de la lactancia materna. Eso sí, con una buena y correcta alimentación de la madre. Es a partir de entonces y mientras el bebé todavía mama, cuando se puede empezar a introducir otros alimentos. De todas formas, el momento más indicado para el cambio nos los indicará el propio bebé presentando, por ejemplo, el inicio de la dentición o la deglución de su saliva, su capacidad de estar sentado (ésta es una postura idónea para poder empezar a deglutir los sólidos), el interés que manifestará por la comida de los adultos, etc. Al mismo tiempo, el bebé adquirirá cada día mayor autonomía.


 

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