Enamorados de
papa y mamá
Afecta al cien por cien de los niños
cuando se incuba en forma de conflicto en los primeros años de vida, aunque
pasa desapercibido para muchos padres. Este trastorno, que se gesta entre los
tres y los cinco años de edad, se denomina Complejo de Edipo cuando se trata de
niños y, en el caso de niñas y recurriendo a Jung, Complejo de Electra.
Durante la infancia, las
fuertes emociones que se ponen en marcha hacia los padres condicionan las
futuras relaciones afectivas y sexuales del niño/a, e incluso sus criterios individuales de elección de pareja.
El amor idealizador hacia uno de los progenitores (normalmente el del mismo sexo que el hijo o hija) y el
odio hacia el del sexo contrario condicionará -en tal fase del desarrollo psicosexual- las tendencias afectivas
del pequeño. Es durante esta etapa cuando se fijan prematuramente las preferencias sexuales, incluso en lo
relativo a la hetero u homosexualidad.
Cuando papá
es papá y mamá es mamá
Según el Psicoanálisis, tener
unos padres psicológicamente estables facilita el desarrollo psicosexual del
niño. Esto incluye que tanto el padre como la madre posean una congruencia
entre su sexo físico y su identidad sexual. La presencia de un padre y de una
madre correctamente desarrollados en lo psicosexual hace que el hijo escoja de
manera inconsciente y natural al progenitor de su mismo sexo, para
identificarse con él y continuar su desarrollo. Es entonces cuando aparece el Complejo de Edipo, en este caso, el
niño se llega a identificar tanto con su padre que lo reemplaza para estar con
su madre, pasando a ver al primero como un rival. Esta situación hace que el
niño sufra un sentimiento ambivalente hacia su padre, tanto le ha amado que
llega a fantasear con poder ser igual que él y convertir-se en el compañero de
su progenitora, algo que, por supuesto, no funciona. Lo mismo puede decirse de
la niña, se ‘enamora” de su madre hasta identificarse plenamente con ella y
llegar a creer que puede ser como ella frente a su padre, por lo que empieza su
cruzada imposible a través de la rivalidad. Si el niño o la niña siguen
enganchados a tal deseo tras de haber cumplido cinco años, el conflicto de Edipo o de Electra se convierte en Complejo.
Cuando se
enamoran…. del hijo o de la hija
En la consolidación del Complejo es de gran importancia tener
en cuenta la respuesta de padre o de la madre ante el deseo del hijo de formar
pareja con ellos. Si reaccionan como si se tratara de una buena idea (con frecuencia y de manera inconsciente,
los padres proyectan su ideal de pareja sobre los hijos), harán que se detenga
el desarrollo evolutivo del pequeño, ya que facilitarán la aparición del
trastorno, que a menudo provocará interminables fracasos sentimentales cuando el
niño sea adulto, pues su maduración psicosexual se habrá visto afectada. Este
hecho también se manifestará después en la búsqueda de una pareja igual que el
amor infantil que no pudo mantenerse, lo que inevitablemente conduce a la
frustración y el fracaso.
“Hasta que no
encuentre….. a mi padre”
Hay mujeres que manifiestan
no tener novio por no haber encontrado un hombre como su padre. Esta afirmación
delata un gigantesco Complejo de Electra,
versión femenina del de Edipo. No es
tan frecuente, en cambio, escuchar una frase similar en boca de hombres, quizás
porque tradicionalmente no se les ha educado para que expresen sus sentimientos
en voz alta. Normalmente, quienes lo dicen públicamente suelen ser hombres que, en lugar de
identificarse en los primeros años de su vida con su padre, lo hicieron con su
madre, por lo que creen que deben buscar una pareja parecida a la de su
progenitora, es decir, como su padre, lo que a veces deriva en un error en la
propia percepción sexual.
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