sábado, 26 de marzo de 2016

Dormir bien, tú también puedes, 2ª parte


El desequilibrio del sistema nervioso
El insomnio esta ligado a la forma de vida estresante, a conflictos no resueltos
   Es cierto que los problemas de sueño van unidos a los cambios sociales que vivimos, que hacen que nos cueste cada vez más adoptar una actitud de relajación y predisposición al sueño. Las causas pueden ser varias, como el cambio de nuestro horario biológico en cuanto a los períodos de sueño y vigilia, lo que conlleva generalmente un aumento o persistencia de actividades que no nos producen en la mayoría de los casos una relajación adecuada para propiciar el sueño. Estos períodos de sueño y vigilia corresponden a la actividad cíclica del sistema nervioso autónomo (S.N.A.), encargado de regular la actividad de nuestro organismo. En la fase diurna toma protagonismo el sistema nervioso autónomo simpático y en la fase nocturna, o de recuperación, el sistema nervioso autónomo parasimpático. Ambos sistemas producen una acción contraria entre ellos, modulada por unas sustancias denominadas neurotransmisoras, que son como mensajeros nerviosos que controlan el grado de .actividad o recuperación de nuestro organismo según las fases que atraviesa. En el estado de insomnio se produce a menudo el desequilibrio entre estos dos sistemas, a favor de la persistencia del sistema nervioso simpático, por una situación de estrés conflicto no resuelto, lo que produce una descarga de adrenalina y unos síntomas involuntarios de agitación taquicardia, temblor, intranquilidad.. que predisponen, como es natural, al insomnio y que se denomina distonía neurovegetativa
   Para la mayoría de las personas que padecen insomnio, éste se inicia en un período en el cual, por un motivo en concreto (preocupación, estrés, pena, hiperactividad, euforia...), el organismo deja de descansar lo suficiente por un predominio del S.N.A. simpático, pudiéndose autoperpetuar posteriormente esta conducta, si al finalizar este período no recuperamos nuestro ritmo habitual. Por lo general, esto se produce por una falta de confianza en uno mismo, o por la aparición en escena de otro problema que nos presiona y sustituye cíclicamente al anterior.
   Un ejemplo demostrativo de la influencia que tiene nuestro cerebro sobre nuestra actividad es el caso cotidiano de pensar en levantarnos a una hora temprana y no habitual, lo cual nos induce normalmente a despertarnos unos minutos antes de que suene el despertador, de igual manera, en la persona que sufre insomnio con causa aparente inicial, una vez que esta causa no está presente se produce el pensamiento reiterativo de que esa noche va a ser como las demás, es decir, que no va a poder dormir. En esos casos hay que cambiar el mensaje de la orden cerebral, diciéndole a nuestro organismo que ya se puede relajar por la noche, puesto que no hay motivo de alarma, lo que constituye el primer paso para empezar a desbloquear un insomnio crónico.
   Según el profesor Allain Puech, jefe del servicio de farmacología del hospital de la Pitie-Salpetriere, ciertos medicamentos pueden ser causa de insomnio, como es el caso de los corticoides a dosis elevadas, algunos medicamentos antirreumáticos, principalmente la cloroquina y sus derivados, y ciertos antibióticos, especialmente los que contienen ácido oxolínico y ácido nalidíxico, cuya estructura química es parecida a la de las anfetaminas.


Las fases del sueño
   Desde el momento en que nos dormimos nuestro organismo entra en diferentes fases de inconsciencia que se van produciendo en ciclos de noventa a cien minutos, comprendiendo cada uno de ellos una fase de sueño lento seguida de una fase de sueño paradójico, en la cual se producen los sueños y ciertos movimientos oculares llamados nistagmus. Es importante que los ciclos del sueño no se interrumpan y se produzcan de un modo completo, pero en el caso de medicamentos para dormir, como son las benzodiacepinas y otros hipnóticos, se produce una disminución de la fase última del sueño, que es la más importante, pues sin ella no se produce una recuperación psicoorgánica debido a la ausencia de descarga de las emociones internas mediante los sueños.
   Cuando recordamos fácilmente los sueños es porque nos hemos despertado al completar un ciclo de sueño, en el cual lo último que hemos hecho es soñar, acto indicativo de que tuvimos un sueño completo y por lo tanto recuperador.


Perspectiva actual de los medicamentos
   Existen en la actualidad numerosos medicamentos de síntesis que producen una disminución de nuestra actividad cerebral, y utilizados por la noche inducen al sueño, son las llamadas sustancias hipnótico-sedantes, que también se usan durante el día para disminuir la ansiedad. De entre ellas, las más utilizadas y conocidas son las benzodiacepinas.
   El problema de estos medicamentos es la tolerancia y la dependencia que reducen a largo plazo, es decir, la necesidad de aumentar la dosis de la sustancia para producir el efecto deseado y los efectos psicológicos o físicos que produce la privación del medicamento.
   Las nuevas moléculas químicas para dormir, recientemente introducidas en el mercado: Zopiclona. Zolpirem, se presentan como desprovistas del efecto secundario que tienen las anteriores en cuanto a reducir el sueño paradójico, pero estos productos no están exentos de efectos secundarios, como somnolencia diurna, amargor bucal y, sobre todo, la tolerancia y la dependencia antes citadas. Según el Dr. Laffont, hoy los médicos ya no tienen la libertad de prescribir un somnífero para una duración que exceda las tres semanas, lo que contrasta con la utilización que generalmente se ha hecho de estos medicamentos durante años, sin ningún tipo de escrúpulos.
   La fitoterapia ofrece alternativas al consumo de benzodiacepinas con un buen número de plantas medicina1e que actúan como tranquilizantes e inductoras del sueño (hipnóticas), cuyos efectos se han evaluado reconocido científicamente. También se ha comprobado que utilizadas a dosis adecuadas no producen efectos secundarios, ni tolerancia, ni dependencia, lo que adquiere primordial importancia en personas de tercera edad, que
normalmente están polimedicadas y presentan además una mayor habituación a los medicamentos clásicos.
   Según el Dr David Strech y su equipo, en un estudio publicado en The Lancet, a un grupo de pacientes, la mayoría de los cuales había tomado tranquilizantes durante períodos que iban desde los siete meses a los tres años, la esencia de lavanda aplicada mediante un simple difusor colocado en sus hitaciones les permitió reencontrar la duración de sueño equivalente a la que tenían antes de tomar ciertos tranquilizantes-hipnóticos, y el sueño fue menos agitado que el que tenían durante la toma de estos fármacos.


 

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