miércoles, 25 de mayo de 2016

Supera el Estrés; 10 propuestas naturales para vencerlo, 1ª parte


Tener Estrés ya no es un trastorno fuera de lo común, sino una consecuencia más de las prisas que nos impone un ritmo de vida marcado por el continuo desarrollo de
nuestra sociedad.
Te ofrezco 10 propuestas naturales y múltiples ideas para que puedas
superarlo y vivir con más calidad de vida.
Señales de estrés
Aunque los primeros indicios de estrés pueden parecer pequeños detalles sin mucha importancia,
sin duda conviene prestarles atención. Estos son los más comunes:

> Falta de concentración, fatiga intelectual, inapetencia a las tareas inhabitúales y descuidos.                                                                                                                                                 > Dificultad de recuperación que produce un agotamiento constante. Se hace difícil levantarse por la mañana.                                                                                                                                                > Dolores de espalda y cuello. Contracturas                                                                                                                                                                  > Descenso del rendimiento  intelectual o físico, depresión y sensación de tristeza,
> Fatiga sexual, descenso del deseo, dificultades en la erección y el orgasmo.                                                                                                                                                   > Nerviosismo, exceso de actividad, ansiedad, angustia, impaciencia, irritabilidad. La tensión se descarga al menor estímulo sin importancia.                                                                                                                                                                > Trastornos del sueño.                                                                                                                                                                    > Acidez de estómago, digestiones difíciles. Frecuentes dolores de cabeza y en la cara.                                                                                                                                                          > Tics y movimientos involuntarios, impaciencia, etc.
   Desde un abordaje holístico, es decir, desde un enfoque integrador, es esencial definir el significado de la palabra “estrés”, para poder avanzar en la comprensión conceptual que conlleva el término o su uso popularizado. “Estrés” es una traslación lingüística del término inglés stress (tensión, fuerza, compulsión, someter a esfuerzo, hacer hincapié en...), que se utiliza en medicina para referirse a los procesos físicos, químicos o emocionales que producen una gran tensión y que pueden llevar a la enfermedad.
   Desde hace ya varias décadas, nuestra sociedad y el estilo de vida y ritmo que nos impone, ha incrementado hasta tal punto estos factores, que la palabra estrés es moneda corriente para definir estados desarmónicos en todos los niveles de la población. Sin embargo, y quizás por la frecuencia inusitada con la que oímos y utilizamos esta palabra, sea oportuno saber un poco más sobre los factores desencadenantes, causas posibles, tipos de estrés, así como nuestros recursos internos y las claves para superar y prevenir sus efectos.
   También es conveniente aprender a llevar las riendas de la inmensa cantidad de información que hay sobre el tema y evitar todo aquello que nos exceda, que nos produzca ansiedad, confusión e incapacidad para tomar decisiones acertadas. Así pues, conocer los distintos abordajes de la problemática del estrés nos permitirá posicionamos adecuadamente a la hora de buscar soluciones a nuestra medida.


Pero... ¿Todo es estrés?
   Sin duda, todos nos sentimos identificados con más de una de las señales o síntomas arriba mencionados. Con esta breve lectura, el concepto de estrés bien podría convertirse en un gran saco donde depositar explicaciones, diagnósticos, e incluso, auto-justificaciones simples o superficiales. Para no caer en errores o en posibles ‘callejones sin salida”, vale la pena ir paso a paso, y aclarar que el “estrés” no es el origen del problema sino el nombre general que otorgamos a cualquier estado de desarmonía en nuestro comportamiento funcional,
   Así, sería valido decir que una enfermedad, un accidente, una operación, una intoxicación, etc., son causa de estrés, del mismo modo que lo sería el sufrimiento psicoemocional o los hábitos perjudiciales. Si además tenemos en cuenta que los factores que causan estrés pueden ser de orden físico, psíquico, emocional, sociocultural, de comportamiento o bien económicos, debemos:
> Conocer los mecanismos (ver sistema nervioso) que intervienen en los estados de estrés.
>
Tomar consciencia de los riesgos para la salud que pueden devenir si dichos estados se presentan con demasiada frecuencia o se convierten en crónicos.
> Utilizar la información para reflexionar acerca de cómo podemos asumir y recuperar el control de nuestra realidad, sea cual sea, para mejorar nuestra calidad de vida (aún en la adversidad).


El sistema nervioso
   Frases usuales como “estoy nervios@”, “sufro de los nervios’, “tengo los nervios de punta”, “está al borde de un ataque de nervios”... han sido siempre válidos sustitutos de la palabra estrés.
   En el control de nuestras reacciones, mucho tienen que ver nuestro cerebro y su extensión, la médula espinal. Los nervios, a su vez, forman parte de dos poderosos sistemas que cumplen las instrucciones del cerebro, llevando y trayendo la información de todo el cuerpo para su procesamiento.
> El sistema nervioso sensorio-motor, generalmente denominado “voluntario” porque rige músculos y órganos de los sentidos, es un sistema de acción que podemos hacer actuar desde nuestra voluntad consciente, para tensar o relajar, movernos o permanecer quietos.
> El sistema nervioso autónomo o vegetativo, que regula nuestros sistemas orgánicos internos (respiratorio, cardiovascular, digestivo, urogenital, hormonal, cutáneo), se denomina así porque su funcionamiento se lleva a cabo independientemente de nuestra voluntad. Es precisamente este sistema el responsable de controlar nuestras reacciones frente al estrés.

Cuando perdemos la sincronía
   Los sistemas simpático y parasimpático forman la globalidad del sistema nervioso autónomo. Podemos imaginarlos como un acto de equilibrio sofisticado. El sistema simpático crea estímulos en el cuerpo preparándolo para la acción (acelera el ritmo del corazón y hace que el hígado libere combustible para que los músculos puedan quemarlo). El sistema parasimpático se encarga justamente de lo contrario, prepara al cuerpo para el reposo (enlentece el corazón y hace que el hígado acumule dicho combustible).
   Cuando estamos sanos, es decir, cuando todos nuestros procesos de intercambio se realizan armónicamente, ambos sistemas trabajan conjuntamente, al igual que lo hacen nuestras manos al realizar una tarea, se sincronizan automáticamente, manteniendo un equilibrio de reacción, acción y reposo, según los cambios y necesidades que se presenten.


¿Qué provoca la desarmonía?
   Cada vez que pensamos que algo o alguien nos puede causar daño (físico, emocional, social o económico) se enciende en nosotros una alarma de peligro que nos presiona hacia una reacción, luchar, huir, o pasar desapercibidos. Tanto esta alarma como la intensidad de la reacción dependen de nuestras percepciones y pensamientos, es decir, de la importancia que tenga para nosotros la situación que se presenta (real o imaginaria).
   Por lo general, las preocupaciones diarias ponen en marcha una reacción limitada y escasa, mientras que las grandes amenazas, como la posibilidad del despido, una separación o el salvarnos de un accidente, desencadenan reacciones que afectan al sistema endocrino durante varios días e incluso semanas (como en el estrés postraumático). En cualquier caso, la salud o la armonía no suelen perderse de forma abrupta y repentina, salvo por accidentes o imponderables. Ahora bien, cuando se da la pérdida total del equilibrio como consecuencia de permanecer sometidos a niveles elevados de presión constante, las consecuencias y los riesgos pueden ser tan severos, que bien merecen una reflexión profunda por nuestra parte.


Un enfoque Holístico
   Comprendidas las diferencias entre las situaciones y motivos que crean estrés, es tiempo de unificar y no de polarizar. Podemos servirnos de las virtudes de la ciencia occidental, de la sabiduría oriental y las medicinas alternativas, pues la base de un enfoque holístico se fundamenta en la integración y coordinación multidisciplinaria. En el tratamiento y prevención del estrés, así como de cualquier desequilibrio físico o anímico, nos centraremos en ese aspecto subjetivo e intangible que nos convierte en seres humanos únicos e irrepetibles. Esta particularidad, determinada por nuestra predisposición hereditaria, hábitos y biografía, hace que cada uno de nosotros vivamos las mismas crisis de manera diferente.

¿Cómo recuperar el equilibrio?
   Una vez centrados en el eje de nuestra consciencia, podremos observar y atender todo aquello que, por haber escapado de ella, ha perdido su armonía, incluso la de nuestro sistema nervioso vegetativo. Asimismo, podremos asumir prioridades, buscar orientación profesional, tomar medidas de emergencia o trabajar en la recuperación armónica de varios aspectos.
   La consulta a un profesional puede ser la mejor orientación y el primer paso para recuperar el control. No es conveniente mantener posturas rígidas a la hora de tomar decisiones importantes, ya que ante la gravedad de ciertos estados, puede ser conveniente considerar las ventajas de un alivio rápido, para luego poder afrontar procesos relacionados con la personalidad y cambios más profundos.


Enfermedades y síntomas severos
   Corno estado que permanece y se vuelve crónico, el estrés puede producir complicaciones de riesgo para la salud:
> Hipertensión: Puede dañar los riñones y llevar a un ataque de apoplejía.
> Úlceras pépticas: Se producen por un exceso de jugos gástricos o por una sensibilidad excesiva en una zona de la pared digestiva, causando náuseas y dolor.
> Anorexia nerviosa: Es muy común en las adolescentes y se caracteriza por una negativa a comer.                                                                                                                                                       > Colitis ulcerosa y enteritis: Inflamaciones del colon y del intestino.
> Asma: Puede producirse por contratiempos de tipo emocional.
> Trastornos de la piel: Por ejemplo, pérdida del cabello, sarpullido, etc.
> Trastornos anímicos severos: Ansiedad, irritabilidad, depresión...
   Debido a la elevada frecuencia con que se dan, cada una de estas patologías merecería una mayor profundización como problemática ligada al estrés.


 

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