lunes, 13 de junio de 2016

Breve historia de la Fitoterapia, desde la Prehistoria al Nuevo Mundo, 2ª parte


Fue Galeno quien codificó y sistematizó por primera vez los remedios medicinales,                 que provenían tanto del reino vegetal, como del animal o mineral.
LA EDAD MEDIA, EL RENACIMIENTO Y LOS ESCRITORES ESPAÑOLES

  Al Emperador francés Carlomagno (742-814) se debe el edicto de las “Capitulares de Villis”, en las cuales se ordenaba que en todos los edificios y jardines dependientes del Imperio (conventos, monasterios, castillos y otras dependencias), se plantaran una serie de especies vegetales útiles para el tratamiento de las enfermedades. Parece ser que estas “Capitulares” sirvieron para extender y asilvestrar por gran parte de Europa numerosas especies medicinales que hoy en día son muy comunes, pero que en esa época eran desconocidas o raras en nuestro continente.
   En el siglo XII, Arnau de Vilanova, celebérrimo médico valenciano, formado en la Facultad de Medicina de Montpellier, de la cual fue uno de los primeros estudiantes y profesores, cita numerosas veces a Dioscórides en sus escritos sobre Fitoterapia. Las obras de Arnau de Vilanova, sin embargo, no fueron bien conocidas hasta tres siglos más tarde, cuando por el descubrimiento de la imprenta pudieron publicarse de una forma más o menos masiva.
   Es en los siglos XVI y XVII, a finales de la edad Media e inicios del Renacimiento, cuando con la invención de la imprenta se editan numerosos libros de materia médica en los cuales los fármacos provienen primordialmente del reino vegetal. Citaremos a autores como Hieronymus Boch (llamado Tragus) en 1 539, Leonardo Fuchs (Fuchsius), en 1 543, Dodoens (1 554), Matías de Obel (Lobelius) en 1 570, y Charles de L’Ecluse (Clusius) en 1601. A partir de esta época se inicia una nueva fase del estudio de las plantas medicinales, acrecentadas por el descubrimiento de América con el advenimiento de numerosas plantas nuevas de propiedades sorprendentes para aquella época.
   Los escritores científicos españoles gozaron de gran prestigio en estos siglos, no sólo por la indudable calidad de sus escritos, sino también por el hecho de que en esa época España era una de las grandes potencias de Europa, cuyo dominio se extendía hasta Flandes y Alemania, en eterna rivalidad y guerras con los franceses e ingleses.
Los conocimientos que atesoró Andrés De Laguna gracias a sus investigaciones y viajes,
le convierten en uno de los más eminentes médicos de su época.
ANDRÉS DE LAGUNA Y EL PEDACIO DIOSCORIDES ANAZARBEO
    Andrés de Laguna, segoviano (como él acostumbraba a firmar en sus libros), figura entre los más eminentes médicos de su época, si no el que más, y sin duda fue el más importante de la península. Aún hoy en día se le reserva un lugar de honor en la sala de la Real Academia de Medicina, tras Galeno y Dioscórides.
   Andrés de Laguna nació entre 1499 y 1511 en Peñalosa (Segovia), siendo el segundo de los cinco hermanos. El padre de Laguna, Don Diego Fernández de Laguna fue un judío converso, y por ello su situación fue más bien difícil en una época en que la intolerancia y represión inquisitorial era muy dura. A los catorce o quince años ingresa en la Universidad de Salamanca. Pero Andrés de Laguna, bien debido a su afán de viajes, bien debido a su situación de familia de judíos conversos, decide irse a estudiar a París, en 1 534, donde estudia el bachillerato en Medicina, y donde inicia su larga lista de publicaciones con la traducción del libro “De Urinis” (de las orinas), de Galeno. Tan sólo dos años más tarde viajó en barco a Lisboa, donde tras una breve estancia volvió a Segovia, y rápidamente entró como profesor en la Universidad de Alcalá, en         1 538, donde publicó tres libros, y llegando a tratar de una dolencia a la emperatriz Isabel, esposa de Carlos 1. Posiblemente descontento con la rivalidad con los médicos de la corte, decide salir nuevamente de España, trasladándose a Londres, a Alemania y a los países bajos (1540), ejerciendo la Medicina en Gante.
   Entre 1540 y 1545 estuvo en Metz, como médico del Duque de aquella ciudad, y ejerciendo además como profesor en la Universidad de Colonia.
   Las guerras constantes que asolaban aquella región, y en las que estaba implicado el imperio español y el francés, hacen que Laguna decida desplazarse a Italia, y en 1545 se le confiere el grado de doctor en la Universidad de Bolonia, permaneciendo en ese país durante 9 años, siendo nombrado ese mismo año “Caballero de la Espuela Dorada y Conde Palatino” por el papa Pablo III. En 1551, el papa Julio III lo nombra médico personal del pontífice, escritor apostólico y caballero de la orden militar de San Pedro.
   En Italia pasa por ciudades como Viterbo, Venecia, Trento, Roma, y otras. La época de Roma es sin duda la más prolífica de Andrés de Laguna como escritor, seguramente por su acceso a las bibliotecas Vaticanas y por la condición de capital religiosa y cultural del orbe que en esa época tenía la ciudad santa.
   Es en esta época cuando escribe el “Pedacio Dioscórides Anazarbeo”, que sin embargo no fue publicado hasta 1555. Su sugestivo título es el siguiente: “Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal, y de los venenos mortíferos. Traducido de Lengua Griega, en la vulgar Castellana, ilustrado con claras y substanciales anotaciones, y con las figuras de innumeras plantas exquisitas y raras, por el Doctor Andrés de Laguna, Médico de Julio III, Pontífice Máximo”.
   No es una casualidad que en esas mismas fechas (1554) fuera publicado también otra de las versiones más famosas del Dioscórides, la de Mattioli (o Mathiolo), en lengua latina, y ello nos hace suponer que hubo algún tipo de trabajo conjunto entre ellos en la traducción del griego del texto clásico de Dioscórides el Anazarbeo.
   En 1554 sale de Italia hacia los Países Bajos y se sabe de su presencia en Augsburgo, Bruselas, Amberes, etc.; volviendo definitivamente a España en 1557, donde ejerció como profesor en Salamanca y residió posteriormente en Segovia, hasta su muerte el 28 de octubre de 1568.


 

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