viernes, 17 de junio de 2016

Dejar de fumar; Un buen proposito, 3ª parte


El síndrome de abstinencia
   La nicotina crea dependencia psicosocial en todos los fumadores (aunque en grado distinto según cada persona) y como cualquier droga, abandonarla provoca síndrome de abstinencia durante los primeros días, siendo los síntomas más frecuentes las ganas compulsivas de fumar, irritabilidad, ansiedad, cefalea, dificultad de concentración, somnolencia e insomnio.
   Si el grado de dependencia es considerable, puedes emplear técnicas que actúan sobre el sistema nervioso central:


> Acupuntura
> Reflexoterapia
> Relajación (yoga...)
> Homeopatía
> Auriculopuntura
> Fitoterapia (valeriana, pasiflora…)
    Para vencer los nervios que te provocará dejar de fumar, utiliza estos métodos de concentración:
> Piensa que las ganas de fumar vienen y se van. Una calada a un cigarro llega al cerebro en siete segundos. Pasado ese tiempo la ansiedad desaparece, para volver a aparecer al cabo de un rato.
> Mira cómo transcurren los segundos en un reloj. Romperás con la obsesión y el pensamiento sobre la adicción porque tu atención se centrará en otra cosa.
> Respira profundamente.
Fases del proceso para ser ex-fumador
   Aunque el proceso de dejar de fumar se inicia con un pensamiento consciente, en algunas ocasiones, el deseo aparece de forma espontánea por una causa justificada, como el embarazo, una enfermedad, la muerte de algún familiar por tabaquismo, etc. Estos motivos o incluso una preocupación fuerte pueden borrar el síndrome de dependencia. A partir del “día D’ suelen darse fases hasta poder hablar de ex-fumadores:
> Fase de euforia: Dura entre 7 y 15 días. Se sufre el síndrome de abstinencia, aunque se pasa por las primeras situaciones de euforia porque el estado de ánimo es bueno, ya que la persona está satisfecha del logro conseguido. En muchos casos, las personas más próximas expresan su felicitación por haber dejado el tabaco. También es en esta etapa cuando se distinguen las primeras ventajas, como la mejora de la respiración, la disminución del cansancio y de la tos matinal, la desaparición de la sequedad de boca, etc.
> Fase de luto: Durante este periodo, que puede ir desde una semana a meses, disminuye la intensidad de la dependencia física al tabaco, pero aparece la psicológica. Se activan los mecanismos de la adicción, de manera que existe un vacío interior por la falta de tabaco. Es una época muy frágil en la que es muy importante apuntar las ventajas que se sienten al dejar de fumar (ahorro de dinero, dientes más limpios, satisfacción personal y en el entorno...). También es indispensable tener paciencia y confianza en uno mismo y pensar que este estado es pasajero y necesario para dejar de fumar Es la fase más difícil de superar y en la que d riesgo de recaída es mayor
> Fase de normalización: Dura de 15 días a un mes. El síndrome de abstinencia ha desaparecido y sólo se recuerda el tabaco en momentos puntuales. Pero es una etapa peligrosa porque la sensación de control sobre uno mismo puede llevar a fumar un cigarro, cosa que supondría una recaída. Por este motivo, no hay que sucumbir a la tentación y no dar ni una sola calada.
> Fase de consolidación: Se avanza en la normalización y se recuerda el tabaco sin angustia. Las ganas de fumar aparecen con menos frecuencia e intensidad, aunque aún hay riesgo de recaída.
   Un año de abstinencia sin tabaco es el tiempo mínimo necesario para considerar a una persona ex-fumadora y darle el alta. Lo importante es tener verdadera conciencia de ello, una vez iniciado el proceso no hay que encender ni un solo cigarrillo, porque los mecanismos de la adicción entrarían de nuevo en funcionamiento, lo que supondría una recaída y perder lo ganado hasta entonces.


La importancia de la alimentación
   Uno de los efectos de la nicotina y el resto de componentes tóxicos del tabaco en nuestro cuerpo es la disminución del nivel de Vitaminas C y E, betacarotenos y selenio. Por este motivo, cuando dejes de fumar tienes que incluir en tu dieta alimentos para recuperar su nivel óptimo:
> Vitamina C: Frutas cítricas, kiwi, guayaba, acerola, escaramujo, brécol, berros, coliflor, hinojo, coles de Bruselas, perejil fresco, pimientos, alfalfa germinada...
> Vitamina E: Aceites vegetales de primera presión en frío, aceite de girasol, lino, almendras, avellanas, arroz, trigo, soja, col, frambuesa, aguacate, pavo, pollo, sesos de ternera, caballa, sésamo...
> Betacaroteno: Zanahoria, calabaza, naranja, perejil fresco...
> Selenio: Cereales integrales (sobre todo la cebada)
   También debes intentar comer menos de lo habitual y priorizar la ingesta de frutas y verduras, ya que con el estómago muy lleno disminuye tu control sobre el propósito de no fumar. Bebe además mucha agua, para eliminar lo antes posible la nicotina.


El tabaquismo en las mujeres
   En 1997, en España, un 27,2%  de las mujeres fumaba frente a un 44,8% de hombres, A pesar de que la diferencia aún es significativa, el colectivo masculino abandona el hábito, mientras que el consumo de tabaco entre las mujeres sigue en aumento, sobre todo en la franja de edad comprendida entre los 16 y los 44 años (muchas jóvenes consideran el tabaco como un símbolo de madurez y liderazgo). Hace años, las mujeres adquirieron el habito de fumar de forma más tardía (a partir de los 50 años) pero con mucha fuerza, como símbolo de igualdad entre sexos y equiparación con el hombre. A partir de entonces, la publicidad de la industria tabaquera se dirigió a la mujer como parte del mercado con posibilidades de expansión. Así, fumar se convirtió en un símbolo de libertad e independencia, representado en los anuncios por mujeres de cuerpo esbelto que fuman cigarrillos “light’ supuestamente para cuidarse. Precisamente las multinacionales tabaqueras crearon este tipo de tabaco pensando en ellas, presentándolo como suave y refrescante.
   Actualmente, existe el referente de hombre ex-fumador que lleva una vida sana, mientras que en las mujeres todavía no se ha dado este modelo a seguir.


Grave peligro para el embarazo
    Las repercusiones derivadas del incremento en el número de fumadoras son obvias. El cáncer de pulmón y el resto de enfermedades causadas por el tabaquismo ya están presentes entre el colectivo femenino desde hace unos años. Pero cuando una mujer fuma no sólo compromete su salud, sino que también puede afectar a la de sus hijos o la de los que pueda tener en el futuro.
   Durante el embarazo, los riesgos para el bebé son muy elevados. Las sustancias tóxicas del humo de los cigarrillos pasan a la sangre del feto a través de la placenta. Estos componentes químicos nocivos ralentizan el crecimiento del bebé y multiplican por tres el riesgo de aborto espontáneo, en función del número de cigarrillos que la futura madre fume al día. Además, aumentan las posibilidades de que el parto sea prematuro y de que el feto nazca con bajo peso (unos
250 gramos menos), independientemente de los factores genéticos, la edad de la madre, etc. Si la mujer embarazada deja de fumar antes de la semana de gestación número 30, el peso del bebé al nacer será superior al de la que continúa fumando durante todo el embarazo.
   Si bien muchas mujeres son conscientes de los riesgos que comporta el tabaco durante la gestación, a menudo olvidan las consecuencias que puede tener para su hijo después de nacer. El consumo de cigarrillos se asocia a un incremento de riesgo de muerte súbita del lactante, que puede llegar a multiplicarse por cuatro si la madre ha fumado durante todo el embarazo.


 

 

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