sábado, 4 de junio de 2016

El ritmo de la Fertilidad, 2ª y última parte


La temperatura basal
La temperatura basal en la mujer, el moco cervical o la posición del cuello del útero son signos indicativos de fertilidad
   La temperatura basal es, posiblemente, el signo de fertilidad más familiar que ayuda a identificar el momento de la ovulación e incluso del embarazo. Cuando la hormona progesterona aumenta después de la ovulación, la temperatura de la mujer se eleva unas décimas. Esta temperatura permanece elevada hasta el momento de la menstruación, instante en que disminuye. Si la mujer está embarazada, su temperatura basal permanecerá elevada como mínimo durante diecisiete días.
   El uso exclusivo de la temperatura basal en el control de la fertilidad tiene numerosos problemas. Por ejemplo, existen distintos factores que pueden alterar los resultados, como por ejemplo la enfermedad, las alteraciones del sueño, el tomar la temperatura inconstantemente o a diferentes horas, el beber alcohol o el cenar abundantemente a última hora de la noche. Por eso es muy importante que la mujer se tome la temperatura inmediatamente después de levantarse de la cama.
   En unos casos, la temperatura no se eleva durante el ciclo menstrual, mientras que en otros, sí lo hace. Todas estas circunstancias hacen que la temperatura basal por sí sola no ayude a las parejas a escoger el momento de la concepción.


El moco cervical
   El moco cervical de la mujer es necesario para la fertilización, y sin duda es el signo de fertilidad de mayor importancia desde un punto de vista médico. El inconveniente en este caso radica en su observación, que es más complicada.
   Cuando el moco es pastoso o seco, el esperma es incapaz de sobrevivir el tiempo suficiente como para alcanzar y fertilizar el óvulo, ya que el carácter naturalmente ácido de la vagina mata los espermatozoides (y además protege la vagina de las infecciones).
   La consistencia “seca” del moco no fértil también bloquea físicamente el esperma en su trayecto hacia el óvulo, situado más arriba. Finalmente, cuando el moco cervical es más húmedo y pegajoso, resulta fértil, nutriendo y protegiendo al esperma para que pueda vivir hasta cinco días. En estos casos, el moco fértil provee literalmente al esperma de canales, que lo guían hacia el útero y las trompas de Falopio. Si se hace el amor antes de la ovulación, el esperma se puede esconder en las pequeñas criptas que existen junto al cuello del útero. Este esperma estará protegido por el moco fértil hasta que la ovulación suceda.
   Otro indicador de la fertilidad del moco es su olor dulzón, que indica que éste contiene glucosa, encargada de alimentar al esperma hasta su fertilización.


El cuello del útero
   La posición del cuello del útero en relación con la vagina también es un signo de fertilidad. Durante el periodo infértil, el cuello se localiza alto en relación con la vagina, su abertura es estrecha y tiene una consistencia dura. Conforme se aproxima la fase fértil, el cuello del útero baja en su posición con respecto al canal vaginal, se vuelve más blando y se abre, invitando al esperma a entrar.

Otros factores
   La fertilidad también suele variar con las estaciones. Así, por ejemplo, el número de espermatozoides y la densidad y volumen del esperma se incrementan entre febrero y mayo (quizás este sea el origen de la creencia popular de que la primavera “la sangre altera”). En las mujeres, la calidad del óvulo y de la mucosa uterina es mayor entre octubre y marzo, llegando a su máximo en noviembre. En cualquier caso, estos cambios estacionales son mucho más variables que otros signos y, por lo tanto, mucho menos fiables.

Algunos remedios básicos
   Aunque no hay soluciones maravillosas para conseguir la fertilidad de una manera decisiva, existen algunas técnicas y remedios que pueden ayudar a conseguir una concepción más fácil, como por ejemplo una dieta adecuada o el uso de la fitoterapia.

Dieta
   La dieta ha de ser lo más biológica posible y, en todo caso, las posibilidades de que se consuman pesticidas y grasas de baja calidad biológica se deberían reducir al mínimo. Por ello, se recomiendan alimentos de cultivo orgánico, evitando especialmente los productos de pastelería y bollería industrial y los alimentos preparados (pues contienen en muchos casos grasas de dudoso origen).
   Por el contrario, es conveniente aumentar el consumo de frutas, verduras, frutos secos y aceites vírgenes de presión en frío (estos dos últimos contienen cantidades nada despreciables de vitamina E o tocoferol, denominada también la vitamina de la fertilidad). Asimismo, evitar el estreñimiento puede ayudar a descongestionar la pelvis y a mejorar su circulación, con lo que se favorece el aporte nutritivo hacia la zona genital y a los órganos reproductores.


Los ejercicios de relajación permiten reducir la tensión muscular                                               acumulada en la zona genital
Hábitos
   El hábito de fumar reduce las posibilidades de embarazo y, en caso de que éste se produzca, las posibilidades de aborto aumentan y el crecimiento del feto es menor. Tres cuartos de lo mismo ocurre con la polución medioambiental.
   El ejercicio moderado, en especial el paseo, la natación y la bicicleta pueden ayudar a mejorar la circulación en la zona del abdomen. Por contra, no son muy recomendables los esfuerzos físicos importantes o el deporte de alta competición. De hecho, muchas atletas de élite no tienen la menstruación y son infértiles durante las épocas del entrenamiento.


Plantas medicinales
   Aunque no hay plantas que desarrollen una acción específica sobre la fertilidad masculina o femenina, sí existen algunas que pueden favorecer el terreno en el que se presenta el problema.
   Algunas de ellas pueden tener una acción descongestiva y depurativa, relajante muscular o bien de tipo regulador del ciclo.


   Entre las plantas depurativas podemos citar el boldo (Peumus boldus), el diente de león (Taro.xacuni dens-leonis), la bardana (Arctium lappa) o la zarzaparrilla (Smilax medica), que se pueden tomar en forma de tisana. Del mismo modo, se pueden tomar plantas relajantes como la salvia (Salvia officinalis), la melisa (Melissa officinalis) o el espino blanco (Crataegus oxyacantha).
   
Entre las plantas “femeninas” pueden estar indicadas la salvia, la milenrama (Achullea millefolium) o la angélica (Angelica archangelica). La indicación específica de unas u otras, sin embargo, vendrá dada por las características de cada persona y, por ello, serán objeto de prescripción por parte del profesional.
Cataplasmas
   Una cataplasma o envoltura de la zona abdominal puede mejorar el proceso de congestión de la pelvis (en el recuadro podemos ver un ejemplo sencillo de aplicación de cataplasma).

Antioxidantes
   La toma de suplementos antioxidantes puede estar indicada para mejorar el terreno orgánico. Entre estos suplementos encontramos el beta-caroteno, los flavonoides, el picnogenol o la quercetina. En cualquier caso no se ha de abusar de éstos y, ante todo, se debe tener en cuenta que los más indicados son los que podemos conseguir a través de los alimentos.
   Así, los antioxidantes están especialmente presentes en las frutas y verduras frescas, recién cogidas y de colores intensos (el mango, la zanahoria, la remolacha, los mirtillos, las moras, las grosellas, el boniato, el tomate, etc.).


Relajación
   La tensión muscular concentrada en la zona genital puede ayudar a obstruir los canales por donde circulan las células germinales, por lo que es importante aprender a relajarse, a respirar tranquilamente y a disminuir la tensión muscular.
   El método de relajación de Schultz es uno de los más adecuados, pero hay otros que también están especialmente indicados, como el yoga o la meditación, pasando por las numerosas técnicas de la psicoterapia.


   Para complementar la relajación, en muchos casos es recomendable el consejo de un profesional, pero lo más importante es que estas terapias se apliquen luego como norma a la vida diaria y a los momentos de tensión nerviosa.
Envoltura de plantas descongestiva de la zona ovárica
   Compra un paño grande de algodón o preferiblemente de gasa (por ejemplo, un pañal grande de algodón para bebés. de los que se utilizaban antes de la aparición de los “Dodotis”.
   Prepara una tisana a partes iguales de meliloto (Melilotus officinalis) y harina de fenogreco (Trigonella foenum-graecum, poniendo unos 30 gramos de planta por litro de agua. Hierve la tisana aproximadamente durante 5 minutos y deja enfriar el contenido.
   Remoja el paño en la tisana fría, doblándolo de forma que tenga un tamaño aproximado de 20 cm por 10cm. Escúrrelo y exprímelo a consciencia de forma que quede húmedo. Aplícate el paño sobre la zoca de los ovarios, desde un lado al otro de la parte baja de la barriga.
   Coloca encima de éste una toalla de algodón en forma de envoltura. El objetivo de esta acción es que la toalla cubra el paño por encima y por debajo, de modo que evite la entrada de aire (si el paño se enfría no ejercerá su efecto protector).
   Por encima de este segundo paño, coloca, por ejemplo, una sabanita de algodón que envuelva por encima y por debajo el paño anterior, y ajústalo a tu cuerpo como una faja, manteniéndolo en su lugar con unos imperdibles o unas tiras de velcro.
   Deja actuar el envoltorio durante toda la noche y repite esta aplicación dos veces por semana, durante tres meses.

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