sábado, 2 de julio de 2016

Hepatitis; Cuidados naturales, 2ª y última parte


La piel de color amarillento, las heces sin color, el cansancio y la falta de apetito                       pueden ser síntomas de una Hepatitis
Sobre el tratamiento de las hepatitis C
   Últimamente se ha hablado mucho de las hepatitis C por lo que se han provocado sensaciones de impotencia entre los enfermos que han sido diagnosticados de la misma, por ejemplo, en una analítica de rutina, poniendo el miedo en su cuerpo y dando falsas esperanzas con unos porcentajes a veces mal interpretados.
   Cuando se señala que no existen vacunas para la hepatitis C y que el único tratamiento es el interferón, cuya eficacia de curación es del 50%, y cuando se amenaza con a posibilidad de un transplante, en ocasiones uno se pregunta si la industria farmacéutica quiere vender su interferón a toda costa y si se quieren rentabilizar de alguna manera las unidades de transplante de hígado, cuyos costes son carísimos. Ante toda esta información, querría transmitir un mensaje a todos aquellos enfermos que han dado serología positiva al virus de la hepatitis C, para que confíen más en cómo se sienten que en las analíticas. En segundo lugar, quisiera destacar que los cuidados y el modo de vida son importantes para el cuidado y la salud del hígado, se tenga o no hepatitis.


Cómo reconocerlas
   Existen síntomas que pueden hacernos sospechar que estamos ante una hepatitis, por ejemplo cuando la piel y las conjuntivas (blanco de los ojos) adquieren un tono amarillo, la orina es oscura como el café y las heces, blancas, no tienen color. El cansancio, la falta de apetito o la fiebre también son características de esta afección, así como el hígado agrandado. Además, en los análisis aparecen aumentadas las transaminasas. Si se dan estos síntomas, se deberán buscar antecedentes de ingesta de algún tóxico o algún fármaco y se anotarán como posible causa así como el consumo de alcohol, los pinchazos con agujas, etc.

Tratamiento naturista de las hepatitis
   Para llevar a término un tratamiento desde el punto de vista de la medicina naturista válido para todas las hepatitis en general, la primera cuestión importante consiste en que el enfermo sea consciente de que su cuerpo, en buenas condiciones y sin impedimentos ocasionados por tóxicos agresivos, va a ser capaz por sí mismo de resolver la enfermedad. Es un hecho innegable en medicina que la mayoría de las hepatitis tienen una evolución espontánea hacia la curación. Es importante que el médico tenga en cuenta este principio y que, en todo momento, su tratamiento favorezca esta curación espontánea, sin estorbarla con medicamentos que puedan ser tóxicos. De este modo, como ya he indicado, se debe considerar sobre todo la capacidad curativa del propio organismo y dejar que éste actúe con sus mecanismos de producción de fiebre (calor), astenia (descanso), anorexia (ayuno y zumos), producción de interferón (en lugar de inyectar interferones extraños, se dejará que actúen los propios). Es importante respetar los procesos febriles, puesto que aumentan la producción de interferón.

Dieta
   A pesar de la experiencia clínica, y aunque se dice que no hay consideraciones definitivas, está claro que la dieta rica en grasas saturadas y alcohol puede ocasionar hígado graso, cirrosis, etc,, mientras que la dieta rica en fibra, con carbohidratos complejos, zumos frescos y sin grasa animal, favorece la eliminación de ácidos biliares, sustancias tóxicas y mejora la célula hepática (NUTRITION 1984).                                                                                 
Se ha valorado que la Vitamina C mejora la clínica de la hepatitis y actúa como preventivo (CATHCAR 1981), (MURATA 1975), y se aconseja tomar zumos de fruta y zanahoria o verduras ricas en carotenos, así como Agar-Agar.

Fitoterapia
   Hay distintas plantas que actúan sobre el hígado inflamado, produciendo una acción benéfica, ya sea por su acción protectora hepática como por sus efectos antivirales.

• Uncaria Gambie. Uno de sus flavonoides, la catequina, mejora los síntomas clínicos, disminuye las transaminasas, estimula el sistema inmune y estabiliza las membranas celulares (ABONYI 1984). Se debe tomar 1 g/día de extracto seco.
• Diente de león (Taraxacum officinalis). Favorece el flujo biliar, es rico en carotenos y protector hepático.
• Cardo mariano (Sylybum marianum). La silimarina protege la célula hepática de la infección, reduce la inflamación y produce un aumento de las células hepáticas nuevas (WAGNER 1981). Esta planta ha dado buenos resultados en casos de cirrosis, hepatitis crónica, infiltración grasa y alteraciones de la vesícula biliar (CAVALIERI 1974).
• Alcachofa (Cynara scolymus). Su uso a nivel popular es el más extendido. Uno de sus principios activos, la cinarina, actúa como protector y regenerante (SUZUKI 1986), se utilizan las hojas secas, a razón de 4 g/día.              
• Regaliz (Glycirrhiza glabra). Tiene actividad antivírica, e induce la producción de interferón (ABE 1982), (POMPEI 1980). Se debe tomar 1 ó 2 g/día.
• Desmodium Ascendens. Planta africana de introducción reciente en hepatitis y hepatopatías. Se toman entre 66 y 1200 mgr de polvo de la planta al día (ALLUE CREUS 1998)
El organismo reacciona ante los déficits de agua ¡inhibiendo activamente
su eliminación
Homeopatía
   Se han utilizado tradicionalmente dos remedios y ambos han sido experimentados clínicamente y en animales: el Phosphorus CH 15 y el Arsenicum Album CH 5.

Hidroterapia
   Para el tratamiento con hidroterapia se ha de practicar una frotación general por todo el cuerpo y aplicar una compresa de vientre entre una y dos horas de duración. Si la persona reacciona bien, se deberá aplicar una compresa de arcilla en la zona hepática.

Helioterapia
   La habitación donde reposa el enfermo debe estar bien aireada y soleada. Esta persona debe aprovechar para tomar el sol, haciendo una cura progresiva, es decir, aumentando cada día la parte expuesta al sol, empezando por los pies.

Crenoterapia
    Aunque no se recomiendan las aguas medicinales para las hepatitis, en estudios experimentales se ha comprobado el efecto protector hepático de algunas aguas sulfuradas, sulfatadas y bicarbonatadas, y también la mejoría y recuperación de enfermos que han pasado la hepatitis (ARMUO 1994).

Reposo y ejercicios
   El reposo general lo marcará el enfermo, descansando si se siente cansado e introduciendo el movimiento, los ejercicios gimnásticos y el yoga según mejoría. Si tiene oportunidad, es muy aconsejable dar paseos al aire libre y con ambiente oxigenado, sin llegar a cansarse. Por otra parte, el ejercicio fuerte no se realizará hasta dos semanas después de la normalización de las enzimas hepáticas (ORTEGA 1992).

Consejos
   La persona con hepatitis deberá suprimir totalmente la ingesta de alcohol de por vida, los anticonceptivos (en determinados casos en que algunos médicos no los suprimen, se han producido hepatitis complicadas) y los antiinflamatorios.

Vacunas
Hepatitis A
  
A pesar de ser una hepatitis con evolución benigna (mucha gente la pasa sin ningún tipo de enfermedad y con una evolución totalmente asintomática), se ha preparado una vacuna. Hoy en día ésta se hace en cultivos de células de diploides humanos y se inactiva con formol. Los fabricantes aseguran que no está contraindicada en aquellos casos que ya han padecido la enfermedad, pero esta afirmación es dudosa, ponérsela a quienes la han padecido puede provocar reacciones, por lo que se deberían comprobar. Además, sus efectos secundarios, poco estudiados, son cuestionables.
   La vacuna para la hepatitis A se empezó a recomendar a los ejércitos y en este momento aparecen recomendaciones de ponerla junto con la B. Esto ya se está haciendo, por ejemplo, en Cataluña.


Hepatitis B
  
La primera vacuna para la hepatitis B fue obtenida por Krugman en 1971, a partir de sueros diluidos de portadores crónicos asintomáticos. Se decía de ella que modificaba el curso clínico de la enfermedad hacia la benignidad en un 70% de los casos. Hoy sabemos que la hepatitis B sin vacuna es benigna en un 90% de los casos. Por otra parte, la vacuna tuvo poca aceptación porque podía provocar hepatitis B o SIDA.
   En la actualidad se utilizan vacunas de ingeniería genética, que están indicadas en grupos de riesgo en los que se da contacto con sangre o relaciones sexuales con portadores (la eficacia de la vacuna no se ha comprobado en hemofílicos y diálisis renal), aunque hoy en día se recomiendan a todo el mundo, incluidos los recién nacidos. En relación a su eficacia, el 90% de los vacunados están protegidos. Este mismo porcentaje se obtiene cuando se pasa la hepatitis B asintomática o benigna.
   Entre las reacciones secundarias de la vacuna sólo se miden las locales (un 5%) y las generales (un 20%) durante los cinco primeros días. Las reacciones aumentan si nos extendemos a más días. También se conocen casos graves de mielitis o alteraciones nerviosas o incluso hepatitis.
   Su eficacia comienza a ser cuestionada por la posible producción de enfermedades autoinmunes. Además, el virus de la hepatitis B muta y se convierte rápidamente y con frecuencia, es resistente a los anticuerpos producidos por la vacuna y cambia su virulencia, produciendo hepatitis más complicadas y cirrosis.
Hepatitis C, D y E
  
En estas hepatitis no existe una vacuna que proteja al 100% sin efectos secundarios. Si se elige vacunar se debe valorar la protección y los efectos. Por otra parte, cuando no se informa adecuadamente sobre estas vacunas, se está realizando publicidad engañosa.

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