lunes, 4 de julio de 2016

Hipertension; Tratamiento natural, 2ª y última parte


La Hipertensión y sus consecuencias
Arteriosclerosis
   La arteriosclerosis es el proceso general al que induce la hipertensión, aunque no el único, porque circunstancias como la elevación del colesterol o el consumo excesivo de proteínas también la producen.
   En la arteriosclerosis existe un proceso general de endurecimiento de las paredes arteriales y venosas, en las que se sustituye el tejido muscular y elástico por tejido colágeno, mucho menos elástico y más duro. También suele engrosarse la pared arterial y venosa, lo cual hace que el transporte de sangre a través de sus paredes (especialmente en los capilares o vasos más pequeños) se vea enormemente dificultado porque la ‘barrera’ es más gruesa


Isquemia e infarto de miocardio
   Isquemia significa falta de irrigación de la sangre, e infarto significa que no llega sangre a un territorio determinado.
   A principios del siglo XXI, en Londres los casos de infarto agudo de miocardio eran extremadamente raros, hasta que con la modernización de la vida y de la alimentación fueron elevándose hasta proporciones hoy en día alarmantes.
   El proceso del infarto de miocardio (la sangre no llega a un lugar determinado) es debido sólo en parte a la tensión arterial, aunque desde luego éste es
uno de los factores de mayor importancia. La hipertensión provoca pequeñas lesiones en la pared interna de las arterias y esto ocasiona que se adhieran a ella una mayor cantidad de sustancias que circulan por la sangre. Esto pasa por ejemplo con las plaquetas, formándose pequeños trombos (acúmulos de sangre), o la llamada placa de ateroma, una placa de grasas y proteínas que disminuye el calibre de las arterias y dificulta la circulación (isquemia o falta de irrigación de la sangre).
   Cuando a la formación de la placa ateroma se suma a una contracción nerviosa de la arteria debida a un esfuerzo o una emoción, la circulación puede verse totalmente obstruida y provocar el temido infarto.


Ictus o embolias cerebrales
   Lo mismo que sucede en el corazón puede ocurrir en otras áreas del organismo, y muy especialmente en el cerebro, donde una embolia o una rotura en la pared de una arteria pueden ocasionar una hemorragia. Las consecuencias de ambos procesos son prácticamente las mismas, la lesión o la muerte del sutil tejido cerebral, y la hemiplejia o las parálisis más o menos importantes que a ellas se suceden. El ictus, que solía afectar a personas mayores, es cada vez más frecuente entre jóvenes, debido a los cambios de la vida moderna.

El tratamiento convencional
   Este tratamiento es en muchos casos casi indispensable e insustituible, pero desde luego la toma de pastillas tan sólo representa una parte del proceso de curación. La toma de medicación da como resultado una aparente sensación de seguridad (las cifras de tensión son aceptables y la persona tiende a olvidar que las medidas no farmacológicas son tanto o más importantes que la toma de pastillas).
   Se suelen dar fármacos diuréticos (estimulantes de la orina) o antihipertensivos, en dosis de una a tres veces al día. En muchos casos, además de reducir la tensión, provocan un efecto estimulante sobre el funcionalismo del corazón, por lo que pueden ayudar a aliviar los síntomas de ahogo y cansancio propios de las edades avanzadas. Pueden provocar tos, boca seca o palpitaciones de por vida.


TRATAMIENTO CON PLANTAS MEDICINALES
Las plantas medicinales en infusión, en cápsulas o tinturas, pueden ser muy útiles como tratamiento complementario de la hipertensión.
En casos de tensión muy elevada, se planteará utilizarlas como complemento a la medicación convencional, pero en casos leves o incipientes, pueden constituir el único tratamiento.                                                                         En función de las características de cada persona se emplearán plantas de los siguientes grupos en proporciones variables.
Antihipertensivas
Hojas de olivo (Olea europaea)
  
Las hojas del olivo común, y aún más las del olivo asilvestrado o acebuche, contienen una sustancia denominada oleuropeina, que ha demostrado tener un efecto antihipertensivo moderado. Se trata de un remedio fácil de obtener en nuestro país.
Ajo (Allium stivum)
  
El ajo tiene múltiples propiedades, pero entre ellas destaca la hipotensora. Las dosis de uno o dos dientes de ajo crudos al día o su equivalente en comprimidos de ajo seco, pueden reducir en 10 o 20 milímetros de mercurio la tensión arterial. Aunque aisladamente no son suficientes para que la tensión retorne a los límites normales, resultan de gran ayuda.
   Los estudios científicos en ningún caso han podido demostrar que las preparaciones farmacéuticas (comprimidos, perlas, extractos, etc.) sean
mejores que el ajo natural. Así, unas tostadas con ajo pueden ser la mejor opción para complementar la dieta de un hipertenso.
Espino blanco (Crataequs oxyacainta)
  
Las inflorescencias del espino albar deberían utilizarse de forma permanente en buena parte de los problemas de hipertensión. No sólo reducen la tensión arterial, sino que además fortalecen el corazón y tienen una acción moderadamente relajante. Además, no se han detectado efectos secundarios de importancia, incluso a dosis muy elevadas. Por ello se recomienda añadirlas a las tisanas, y además administrarlas en forma de extractos o tinturas.
Muérdago (Viscum  albuni)
  
Esta pequeña planta parásita de muchos árboles tiene una notable acción antihipertensiva, aunque debe utilizarse con una cierta precaución porque a dosis elevadas o durante largos períodos de tiempo puede presentar efectos secundarios. La forma de tomarlo es en forma de jugo o extracto.

Tónicos Venosos
Meliloto (Melilotus officinalis)
  
A la acción moderadamente sedante del meliloto puede sumarse su acciónn reductora de la coagulación de sangre y una potente actividad estimulante de la elasticidad venosa.
Arándano (Vaccinium mirtyllus)
  
EI arándano o mirtillo es una fruta del bosque de sabor muy agradable y color morado. No es tan frecuente en nuestro país como en Francia o Alemania, pero se puede encontrar con suma facilidad. Se puede tomar en forma de extracto seco, pero es recomendable añadirla a la dieta como alimento, ya sea en forma de mermelada, de compotas de frutos del bosque o bien como jugo natural mezclado con un poco de yogur. Su acción se debe a los pigmentos que contiene, muy similares a los de la uva negra pero con efectos incluso más beneficiosos.

Diuréticas
Estigmas de maíz (Zea mays)
  
De esta planta con sabor neutro y acción diurética relativamente potente se utiliza la cabellera o peluca.
Cola de Caballo (Equisetum arvense)
  
La cola de caballo, además de ser diurética, puede tener una acción remineralizante de los huesos, En este caso, y a diferencia de los estigmas de maíz, su sabor no es demasiado agradable, así que puede tomarse en forma de cápsulas o en polvo. Es muy útil cuando además de hipertensión se padece algún problema ligado a la descalcificación de los huesos o bien a dolores de tipo reumático.

Sedantes y relajantes musculares
Loto (Lotus corniculatutus)
  
Es una pequeña planta alpina con un notable efecto relajante muscular. Es recomendable añadirlo a tisanas o en formulaciones más complejas, especialmente si hay un componente elevado de estrés en el individuo hipertenso. A diferencia de otros sedantes, no produce somnolencia.
Tila (Tilia sp)
  
Las brácteas y flores del tilo también son remedios interesantes, aunque a diferencia del loto, producen algo más de somnolencia. Pueden ser un complemento ideal para la tisana de la noche, especialmente si se padece algo de insomnio.

La dieta: Dieta para prevenir
   La dieta moderna, una de las grandes causas de la hipertensión, debe ser modificada antes de iniciar cualquier tipo de medicación, ya sea natural o de síntesis. En muchas hipertensiones incipientes, basta con reducir la sal y hacer una dieta algo más natural para que ésta pueda ser controlada sin fármacos como mínimo durante unos cuantos años.
   Lo primero que hay que tener en cuenta es el consumo de sal. Muchos estudios indican que disminuir su consumo produce una reducción moderada de la hipertensión. La ingesta de productos de origen animal hace que aumente la sal que asimilamos, porque la célula animal tiene en su interior cantidades relativamente importantes de ella.
   La dieta vegetariana, más rica en fibra y en sales potásicas, puede reducir el consumo general de sal, además, ayuda a controlar el colesterol y está altamente indicada en aquellas personas que tienen un riesgo cardíaco elevado. El consumo de frutas y verduras ricas en pigmentos y sustancias antioxidantes, y pobres en grasas saturadas, ejerce un notable efecto protector sobre los vasos sanguíneos.

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