La erección y el orgasmo también
pueden ser posibles sin la intervención del cerebro
Factores químicos que intervienen en la erección
Son muchos los factores
químicos que contribuyen en la función del proceso de la erección, incluyendo
hormonas, neurotransmisores y sustancias liberadas por el propio tejido vascular
y muscular del pene. Recientemente se ha identificado el óxido nítrico como
sustancia mediadora entre las terminaciones nerviosas y el tejido vascular,
facilitando el paso del estimulo nervioso a la propia pared vascular para que
se dilate y penetre la sangre.
Las causas de la Impotencia son
básicamente psicógenas, aunque pueden ser orgánicas o combinadas
Tipos de impotencia y formas de presentación
Desde una perspectiva médica,
los diferentes tipos de impotencia dependen de las causas que la originan. Se
ha relacionado con la falta de erección correcta varias enfermedades, lesiones
y medicamentos: - Trastornos de la circulación general (hipertensión, aterosclerosis, diabetes mellitus, insuficiencia renal). Cada uno de ellos, de una forma más o menos directa, interviene dificultando la entrada masiva de sangre para dilatar el tejido eréctil del pene.
- Trastornos neurológicos causados por diabetes, accidentes cerebrovasculares, Parkinson, esclerosis múltiples, o cualquier afección que altere la transmisión de las neuronas sensitivas sexuales o de la respuesta efectora.
- Trastornos endocrinos (hipogonadismo o insuficiencia de la secreción interna testicular, hipertiroidismo e hipotiroidismo).
- Trastornos anatómicos locales o peneanos como la enfermedad de Peyronie (endurecimiento de los tejidos que forman las estructuras eréctiles de los cuerpos cavernosos del pene) o el priapismo (erección anormal del pene sin deseo sexual, causada por la inflamación de la uretra y vejiga, o por una lesión de la médula espinal).
- Lesiones traumáticas locales o del sistema nervioso, radioterápico o quirúrgico de la región anatómica correspondiente.
- Medicamentos como ciertos hipotensores, antidepresivos, antiinflamatorios no esteroidéos.
- Sustancias de las que su abuso podría generar la deficiencia en la erección, como son el alcohol, el tabaco y las drogas en general.
- También se ha sugerido que podría haber una pérdida gradual de tejido eréctil con la edad que no está relacionada con otros problemas médicos.
Las estadísticas han demostrado que las causas de la impotencia son sobre todo psicógenas, aunque también puedan ser orgánicas o combinadas. Se habla de causas combinadas cuando los factores psicológicos son importantes en el inicio, la gravedad y la persistencia del trastorno y las enfermedades médicas o diversas sustancias han contribuido a la aparición del déficit, pero no bastan para erigir- se en causa. Así, desde la perspectiva psicológica se dan dos tipos de impotencia masculina.
Impotencia primaria
Se caracteriza por no haber podido realizar
nunca un coito con éxito, no existe erección suficiente ni eyaculación. Aunque
es poco frecuente, es una forma grave y crónica de impotencia, de peor
pronóstico que la secundaria. Puede estar vinculada a trastornos psiquiátricos
y a anomalías endocrinas graves. Se ha observado que muchos hombres con este tipo de impotencia, tienen un sistema de valores sexuales inmaduro o poco desarrollado. Además, existen múltiples factores que pueden subyacer a la ansiedad que produce la falta de erección, como los abusos sexuales, un ambiente social y familiar dominado por restricciones religiosas severas, una homosexualidad latente, o una desvalorización personal por alguna experiencia sexual traumatizante (por ejemplo, tener la primera relación sexual con una prostituta y ser emocionalmente frágil).
Impotencia secundaria
El hombre afectado de
impotencia secundaria, ha tenido anteriormente relaciones sexuales
perfectamente normales. Se trata de una forma más benigna de impotencia y es
diez veces más común que la primaria. En estos casos, el pronóstico es mucho
mejor tanto para el tratamiento como para la revisión. Hay que recordar que los fallos ocasionales en la erección debidos al estrés, preocupaciones, distracciones, etc. y que afectan a gran parte de la población masculina, no significan que exista una impotencia secundaria. Según Masters y Johnson, este trastorno se sufre cuando se da, al menos, en un 25% de las relaciones sexuales.
Como he mencionado anteriormente, factores como el estrés, el cansancio, la falta de intimidad, la adaptación a una nueva pareja sexual, las primeras relaciones sexuales, etc, pueden generar fallos ocasionales en la erección. Si este hecho se ve como un episodio aislado, sin que se genere demasiada preocupación ni dudas sobre la capacidad sexual de uno mismo, no suele darse una impotencia. Sin embargo, cuando la preocupación por el fallo es excesiva, se encadenan una serie de reacciones como el miedo al desempeño sexual. Éste, puede llevar a que el hombre adopte una actitud de autoobservador y evaluador en posteriores relaciones sexuales. Aparte de perder espontaneidad el acto sexual, se generan altos grados de tensión y ansiedad puesto que se está más pendiente del propio desempeño sexual que de disfrutar del momento con la pareja. Es imposible que el hombre se abandone al placer sexual, si su mente permanece ocupada en otras cosas. Puede ser que intente dominar su ansiedad, procurando dar el máximo de sí, pero será inútil, porque seguirá pensando más en satisfacer a su pareja, o lo que pensará ésta, más que en disfrutar ambos.
Así, los fallos sucesivos harán que se vaya instaurando la impotencia secundaria, y se acentuarán y/o aparecerán depresiones y falta de autoestima (dudas sobre la propia masculinidad), una ansiedad anticipatoria en las relaciones sexuales, problemas en la pareja y merma de interés por el sexo.
Cabe señalar que este tipo de impotencia presenta una remisión espontánea en un 15-30% de las veces. Esta desaparición de la disfunción se relaciona directamente con su duración (a menos tiempo, que se esté dando el trastorno, mayores posibilidades de curación espontánea) y con una disminución del estrés en la vida del hombre.
Cómo se presenta la impotencia
Ambos tipos de impotencia
pueden tener diversas formas de presentación. Así, por ejemplo, la falta de
erección total es poco frecuente y se relaciona con ciertas enfermedades
orgánicas. La mayoría de las erecciones que se consiguen son parciales, poco
firmes para el coito. En la impotencia secundaria, la falta de erección puede
ser situacional, es decir, se da en unas circunstancias y no en otras. Así, hay
hombres que por ejemplo pueden tener erecciones normales vestidos pero las
pierden al desnudarse. Otros pueden no presentar ningún problema de erección
con el sexo oral o la masturbación, pero sí en el momento del coito. Del mismo
modo, la disfunción puede no aparecer en contactos casuales pero sí con la
pareja habitual (y viceversa). Por otro lado, el momento del acto sexual que produce más ansiedad suele variar según el caso, lo que da lugar a una gran variedad de manifestaciones de la impotencia (la falta de erección puede darse justo antes de la penetración, durante el coito, justo después, etc.).
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