domingo, 9 de octubre de 2016

Tu piel mantenla siempre sana, 3ª parte


Cuidados generales
  Los factores que influyen en las afecciones de la piel son diversos:
* Dormir  lo suficiente.
* Practicar deporte.
* No fumar. El tabaco disminuye la microcirculación superficial que nutre directamente la piel,
Disminuyendo el aporte de oxígeno y de nutrientes a la misma.
* No consumir o consumir moderadamente bebidas alcohólicas. El alcohol puede desencadenar una carencia de vitamina B, además de una disminución en la formación de los fosfolípidos hepáticos, muy importante para la renovación la piel.
* Aprender a relajarse, mediante gimnasia respiratoria. La salud de los pulmones está estrechamente relacionada con las condiciones de nuestra piel.                                                                                                                                                            
 
* Conseguir un equilibrio hormonal y fisiológico en relación a distintas situaciones como la corrección de la caída de estrógenos en la menopausia (los estrógenos son muy importantes para evitar el envejecimiento prematuro de la piel).
Aspectos psicológicos

  A través de la piel existe una relación con el mundo exterior, ya que los receptores sensitivos nos informan del tacto, el dolor, la presión, el cambio de la temperatura, etc.
   Por otra parte, la piel sirve para disipar el calor corporal, eliminar sustancias mediante el sudor y protegerla e hidratarla mediante la secreción de líquido sebáceo. Todos estos aspectos hacen que la piel se manifieste en el ámbito interpretativo psicológico como la expresión de la relación con nuestro entorno.
   Existen múltiples vivencias que pueden producir alteraciones de la piel, debido la necesidad orgánica de expresar estos malos sentimientos: las situaciones de separación con pérdida del contacto corporal, el agravio o ultraje de una situación o persona hacia nosotros mismos, el estrés como desencadenante de la expresión cutánea del envejecimiento precoz la violencia reprimida hacia los demás (que se convierte en agresión hacia uno mismo), la necesidad de alejarse de algo o de alguien a lo que nos sentimos atados, etc.

   La piel no debe considerarse una envoltura externa, sino como un tejido vital vinculado a nuestro metabolismo y órganos internos, cuyo aspecto y estado de salud dependen de dichos órganos internos. Su capa externa, la epidermis, está en constante renovación, por lo que su funcionamiento y estado de conservación dependen muy directamente del aporte proteico de nuestra alimentación.
   Hay algunos aminoácidos contenidos en las proteínas que resultan esenciales para la perfecta conservación de la piel, pero como el organismo no puede sintetizarlos a partir de otros productos, es preciso que los ingiera a diario en la dieta, ya que la carencia de alguno de estos aminoácidos esenciales puede conducir a alteraciones metabólicas de la piel que darían lugar a enfermedades cutáneas como eczemas, dermatitis o deshidratación.
   De entre los alimentos a tener en cuenta por su aporte proteico, destacamos la leche y sus derivados lácteos, los huevos, frutos secos, cereales y las leguminosas (además de la carne y el pescado).
   Por otra parte debemos considerar que la piel fabrica una sustancia grasa a partir de las glándulas sebáceas. Esta sustancia forma una capa que actúa como agente protector externo. Así pues, la grasa de la alimentación aporta las materias necesarias para la producción de sebo, y determinarán la función protectora de la piel y también su aspecto extraño. Es por ello que las grasas aportadas por la alimentación deben contener los valiosos ácidos grasos insaturados que se encuentran en los aceites vegetales (cártamo, girasol, germen de maíz y de trigo...).
   De entre los ácidos grasos destacamos el Linoleico, muy importante para el mantenimiento de la estructura y calidad epitelial. Además, los aceites vegetales son ricos en vitamina A, E y F, también importantes en el metabolismo de la piel.
   En cuanto a los azúcares, éstos sirven (al igual que las grasas) para el aporte de energía. El proceso de su aprovechamiento energético se debe a la presencia simultánea de la vitamina B1, que debido al refinado de azúcares y harinas, ha sido prácticamente eliminada de nuestra alimentación.
   Este hecho hace que la grasa se acumule y provoca un déficit de vitamina B, ya que es utilizada por otros tejidos. Por tanto, hay que tomar suplementos naturales que contengan dicha vitamina, como la levadura y el germen de trigo, los almidones y azúcares integrales contenidos en los cereales, y los vegetales y frutas, fáciles de metabolizar para producir la energía que necesitamos y una fuente inmejorable de vitaminas y minerales.
Por lo que respecta a los azúcares energéticos naturales, podemos elegir entre la miel, los derivados de la caña y el azúcar de algarroba.
   Entre los alimentos con un alto contenido energético, podemos elegir entre los siguientes: granos de cereales, frutas, verduras, miel, melazas de caña, azúcar moreno, extracto de regaliz y frutos secos.
   Además, nuestro cuerpo también debe disponer de vitaminas y minerales, que son sustancias esenciales porque nuestro organismo no puede sintetizarlas y porque son indispensables para la síntesis de los enzimas que participan en los procesos bioquímicos de la vida, y de las hormonas, que estimulan y regulan el organismo en sus ciclos y adaptaciones al medio externo.
   Existen multitud de preparados farmacéuticos a base de complejos vitamínico-minerales, pero ninguno ofrece las garantías de la levadura de cerveza, la cual contiene de forma apreciable las vitaminas (excepto la C) y minerales necesarios para el organismo, de forma directamente asimilable y cuyos efectos se refuerzan entre sí.
   Entre las vitaminas que actúan sobre la piel encontramos la A, para conservar una textura suave e hidratada; las del grupo B, para mantener la piel renovada y tersa, evitando el exceso de grasa y una coloración óptima y homogénea; y la C, que mejora la elasticidad cutánea y la resistencia a las infecciones.

 

 

 

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