sábado, 19 de noviembre de 2016

Varices, como tratarlas o prevenir


Entre el 20-40% de la población padece un problema de venas varicosas. Parece probada la existencia de una predisposición familiar, además de factores influyentes como son las alteraciones hormonales, la obesidad, el embarazo, el sedentarismo, permanecer muchas horas de pie sin moverse, traumatismos repetidos, o la ingestión de anticonceptivos,
tabaco y alcohol.
A medida que la sangre fluye en sentido ascendente, la presión excesiva en el interior de las venas superficiales puede verse disminuida por el flujo, a través de las venas perforantes que conectan los sistemas superficial y profundo. Por otra parte, la trombosis o taponamiento venoso profundo puede provocar la reversión de este patrón de fluido, lo que conduce a veces a una marcada dilatación de las venas superficiales (VARICES).

   Las varices representan una alteración anatómica de las venas en las extremidades inferiores, las piernas, formando dilataciones y tortuosidades en su trayecto, producidas por un aumento de presión en el interior de dichas venas.
   Nuestras piernas poseen dos sistemas venosos paralelos de abajo hacia arriba, relacionados por una serie de venas cortas que comunican ambos sistemas. Estos dos sistemas se denominan sistema venoso superficial y profundo.
   La circulación fluye de modo ascendente hacia el corazón y del sistema superficial al profundo, de tal modo que cualquier alteración del ritmo o de la dirección de este movimiento de la sangre provocará manifestaciones de insuficiencia venosa con dilatación de los vasos.
   Este recorrido ascendente hacia el corazón se produce gracias a las contracciones musculares producidas al mover las piernas y a la presencia de unas pequeñas válvulas en el interior de las venas que impiden que la sangre retroceda hacia abajo. La incompetencia de estas válvulas y la formación de coágulos sanguíneos (tromboembolismo) es la causa más frecuente de formación de varices.
   Los síntomas varían según la gravedad. Inicialmente pueden representar sólo una alteración estética en forma de pequeños vasos superficiales enrojecidos, aislados o en ramillete. Posteriormente aparecen síntomas como son hinchazón de tobillos, hormigueo, calambres, pesadez de piernas (sobre todo al final del día y con el clima cálido). Las venas se vuelven de calibre mayor y con el tiempo aparecen signos en la piel de mala circulación, como es la deshidratación, pigmentación, eczemas, ulceraciones, hematomas al mínimo traumatismo con posibilidad de trombosis....
   La aparición de varices es signo de insuficiencia venosa y se debe a múltiples factores, siendo el más representativo el hereditario y constitucional, es decir la predisposición por la transmisión genética familiar. De aquí radica la importancia de la aplicación de Medicina Natural que modifica la predisposición a padecer determinadas enfermedades.
   Es importante remarcar que se trata de una alteración crónica y evolutiva desde el momento de su aparición, independientemente de la edad, y que por ello es importante realizar un tratamiento lo más precoz posible para evitar su evolución y las posibles complicaciones.
   La Fitoterapia dispone de plantas que mejoran el tono venoso, disminuyendo la formación de edemas y varices. Algunas actúan con una marcada acción protectora de los capilares, reduciendo su fragilidad y evitando que se produzca la aparición de micro-hemorragias y hematomas superficiales, gracias al aumento de la resistencia de la pared interna y a la reducción de la permeabilidad de los capilares.
   Los principios activos de origen vegetal que muestran una acción en este sentido son diversos compuestos flavónicos (hesperina, eriodictina, Vitamina P, rutósidos...), antocianósidos (cianidina, delfinidina, malvidina...), saponósidos triterpénicos (escina) y derivados cumarínicos (esculina, esculetina).
   Todas las plantas que ilustran esta página, poseen un marcado efecto protector de las paredes vasculares, promueven una circulación más fluida y mejoran el retorno venoso. Están indicadas en alteraciones vasculares venosas como las flebitis (inflamación de las venas), varices, hemorroides, edemas, pesadez de piernas, fenómenos tromboembólicas de extremidades inferiores...

Plantas de acción vasoprotectora
Meliloto (flor), Grosellero negro (hojas), Castaño de indias (semillas), Ginkgo (hojas), Arándano (frutos), Vid roja (hojas), Rusco (raíces) Ciprés (conos fructíferos) Hamamelis (hojas y corteza).

   De entre estas plantas, el Ginkgo tiene además una acción antiedematosa y vasodilatadora arterial periférica y cerebral, importante a tener en cuenta en problemas circulatorios como son los vértigos, trastornos de la memoria, claudicación intermitente, problemas circulatorios en los diabéticos, enfermedad de Raynaud....
   El Arándano, también denominado Mirtillo, tiene además de lo expuesto, una acción selectiva sobre los trastornos circulatorios de los capilares oculares (retinopatias) y en uso externo (decocción o tintura) se utiliza para las estomatitis (inflamación de la mucosa de la boca) y eczemas de la piel.
   Algunas de estas plantas se utilizan para tratar otras manifestaciones de congestión venosa como son la aparición de hemorroides (Vid Roja, Castaño de Indias, Cardo Mariano...).

 


   Entre las plantas nombradas, el Rusco (Ruscus Aculeatus), es muy rica en saponósidos (ruscogenona y neuroruscogenina), que le confieren una importante acción vasoconstrictora venosa, antihemorroidal, antiinflamatoria y antiedematosa. También posee flavonoides, sales de potasio y aceite esencial que le confieren acción diurética (aumenta la eliminación de agua del organismo) y reforzante de la pared de los vasos. Es casi imprescindible su utilización en problemas venosos y se puede dar tanto en uso interno como externo, aplicada en masaje ascendente de las piernas.
   No hay que olvidar que las plantas que vamos a utilizar tienen sustancias que actúan por su acción farmacológica y por ello tenemos que conocer las propiedades de las mismas y sus posibles contraindicaciones.   Al respecto tenemos el Castaño de Indias (Aesculus Hipocastanum), de la cual se utiliza el fruto y las semillas y que contiene principalmente saponinas (aescina), heterópsidos cumarínicos, minerales y aceite. Su acción vasoconstrictora, tónica venosa antiinflamatoria, antiedematosa y antihemorrágica es importante, pero esta contraindicada en el embarazo y en los niños. Además a dosis altas la aescina anteriormente nombrada puede producir náuseas y diarrea. También puede ocasionar midriasis (dilatación de la pupila) y somnolencia. Para uso externo es un buen antiinflamatorio y antiedematoso.

PREPARADOS

   Estas plantas medicinales se pueden tomar solas o asociadas, incluso se pueden combinar con plantas de acción diurética o antiinflamatoria como la Cola de Caballo, el Abedul o el Llantén.
  
Como ejemplo de prescripción tenemos la asociación a partes iguales de Ginkgo, Castaño de Indias, Vid Roja, Grosellero Negro y Arándano.
  
Otro ejemplo de prescripción sería Hamamelis, Vid Roja y Meliloto o Castaño de Indias. Tomar en forma de extracto seco micronizado o polvo de planta seca (cápsulas) o troceado de planta seca en infusión, tres veces al día (dosis bajo prescripción médica).
   A nivel local se puede preparar un gel
a base de extracto glicólico de Hamamelis, Vid Roja y Castaño de Indias, aplicándolo a modo de masaje ascendente dos veces al día. Es útil en casos de insuficiencia venosa,
piernas cansadas, varices, edemas...
   En preparados que se aplican directamente sobre la piel es mejor utilizar plantas en forma de extracto glicólico, que al no contener alcohol no irritan la piel y ofrecen una concentración en principios activos de las plantas seleccionadas adecuada para las limitaciones que impone la barrera cutánea, además ofrecen un aspecto agradable y no manchan al no tener sustancias grasas.

   En el caso de flebitis (inflamación de las venas) se utilizará preferentemente el Meliloto y la Vid Roja, de gran actividad descongestiva venosa y linfática. A estas plantas podemos asociar el Harpagofito que además de ser un buen antiinflamatorio, tiene grandes propiedades analgésicas (antidolor) y resulta muy útil en este tipo de afecciones, que van acompañadas de hipersensibilidad al contacto.
   La medicina Natural nos aporta métodos terapéuticos, como las plantas medicinales que, desde un punto de vista sintomático, pueden disminuir las molestias acompañantes e incluso hacer desaparecer las varicosidades, si estas son de instauración reciente (cambio hormonal, obesidad, embarazo, ocupacional...) y si además acompañamos al tratamiento médico medidas higiénico-dietéticas, que a continuación nombro.

CUIDADOS GENERALES

- Evitar permanecer de pie o sentados por largos períodos.
-La multiparidad, la obesidad, el estreñimiento, aumentan la presión abdominal y favorecen la aparición de varices
- Dormir con las piernas ligeramente elevadas.
- Evitar la aplicación de calor sobre las piernas, así como compresión por zonas (ligas, fajas, medias cortas, ropa apretada...). En cambio es aconsejable lo que se denomina los baños de contraste consistente en la aplicación secuencial de duchas locales de agua caliente y fría.
- Mantener una buena hidratación de la piel con la aplicación de cremas locales o aceites naturales después del baño
- Practicar ejercicio físico suave y continuado (caminar, natación, bicicleta...), en base a mantener el peso ideal y a favorecer la circulación de retorno venosa.
- Poner las piernas verticales y dejarlas un minuto al menos para vaciar las venas, ayudando con un suave masaje de la pantorrilla.
- Es recomendable el uso de zapatos cómodos, de tacón bajo y evitar las zapatillas que no sujetan el talón.
- Realizar una dieta rica en fibra, ya que se ha valorado como un factor protector del estreñimiento y de la congestión venosa.
- La fruta y verduras frescas, por su riqueza en Bioflavonoides y Vitamina C, son importantes para favorecer la reparación de los vasos sanguíneos.
- Disminuir el aporte de grasas saturadas (animales), que contribuyen al aumento de la viscosidad y problemas de obstrucción de la circulación sanguínea (aterosclerosis).


 

 

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