miércoles, 26 de julio de 2017

Alergias y su relación con los Alimentos, 1ª parte


Los alimentos ocupan un lugar importante en el control de la respuesta de cada persona ante
un proceso alergizante.
Síntomas de la alergia
   Ahogos, Conjuntivitis, Erupciones varias en la piel, Palpitaciones, Ampollas, Convulsiones, Eccemas, Picores, Ansiedad, Debilidad muscular, Faringitis, Problemas de aprendizaje, Artritis, Depresión, Fatiga, Retención de líquidos, Asma, Desorientación, Flatulencias, Sinusitis, Aumento de peso, Diarrea, Frigidez, Taquicardia, Bolsas bajo los ojos, Dolores articulares, Gastritis, Tos, Bulimia, Dolor de cabeza, Hiperactividad, Vaginitis (picores), Cambios emocionales, Dolor de estómago, Impotencia, Variaciones importantes del bruscos, Dolor muscular, Irritabilidad, Peso corporal, Colon irritable, Dolor de oídos, Obesidad, Vómitos, Congestión nasal, Edema de pies o manos, Otitis de repetición.
Alimentos comúnmente asociados a alergias
Frecuentemente: Trigo, Leche, Chocolate, Frutos secos, Cacahuetes, Bebidas alcohólicas, Colores y sabores artificiales, Glutamato monosódico (potenciador de sabor), Huevos, Queso, Cerdo, Colas, Salicilatos, Sulfitos (presentes en la fruta seca).                                                                                                                                          
Menos frecuentes: Fresas, Centeno, Frutas cítricas, Tomates, Pescado, Mariscos, Nitratos, Mango, Kiwi, Carne de vacuno.
   Las alergias son el resultado de la interacción fisiológica y bioquímica que se da entre nosotros y   el medio que nos rodea. En este entorno se incluyen los alimentos, el aire que respiramos o la ropa, llenos de sustancias naturales o artificiales e incluso microbios, que son identificados por nuestro sistema inmunitario.
El mecanismo de la alergia

    La inmunidad debe tener la capacidad de discernir correctamente entre lo que es propio y lo que es extraño al organismo, entre las necesidades de nuestro cuerpo y aquello que le estorba. Así, cuando se encuentran sustancias extrañas (denominadas antígenos), como respuesta se forman y liberan al plasma sustancias provocadoras de alergia, como la histamina o distintos tipos de anticuerpos. Los antígenos pueden estar presentes en microbios infecciosos, sustancias químicas, pólenes, mohos, pelos de animales en el polvo de la casa y en numerosos alimentos que contienen antígenos de tipo proteínico que estimulan la producción de anticuerpos.
   El problema de la alergia surge cuando la respuesta inmunitaria es inapropiada, incorrecta (se excede el nivel de estrés inmunológico) y el sistema reacciona exageradamente. Entonces los anticuerpos atacan a los antígenos y se liberan sustancias alergizantes, que provocan inflamación del tejido. El enlace entre antígeno y anticuerpo puede provocar daño en los tejidos, especialmente en la piel y mucosas, pulmones y tracto gastrointestinal (allá donde hay mayor superficie mucosa, vía de eliminación capital en todos los procesos alérgicos).
   Entre los síntomas de esta reacción tenemos el picor intenso y la presencia de mucosidades o la eliminación acuosa, nariz tapada, conjuntivitis, reacciones de la piel y aumento de la frecuencia del corazón (normal al tratarse de un problema de exceso de tono nervioso). Sin embargo, otros síntomas crónicos a veces poco relacionados con la alergia son la fatiga, el dolor de cabeza, el dolor o flatulencias gastrointestinales y los cambios del temperamento o carácter.
   En las personas poco alérgicas, el umbral de reacción es muy alto, mientras que en las personas alérgicas “a todo” ocurre justamente lo contrario y dosis muy pequeñas del alérgeno provocan reacciones muy intensas. Esta variabilidad en la respuesta individual seguramente es debida a la diferente capacidad de eliminación que tienen
ciertos individuos frente a las sustancias de excreción. De hecho, la alergia es la culminación de un proceso infructuoso de eliminación o depuración orgánica, tan defectuoso a veces que una crisis anafiláctica puede poner en peligro la vida de una persona
   Los alimentos son algunos de los elementos de nuestro medio ambiente que pueden ejercer un efecto mayor en la respuesta individual, y el proceso alergizante es, más o menos, similar al de otros tipos de alergia (de contacto, inhalada, medicamentosa...).


La diferencia entre alergias e hipersensibilidades recae en que estas últimas son reacciones prolongadas de aparición tardía, que se dan tras la exposición prolongada a una sustancia.
Son reacciones mediadas por los linfocitos T, de inmunidad celular, que provocan la liberación de anticuerpos como la inmunoglobulina G (lgG), que provocan la liberación de sustancias vasoactivas como la histamina de acción rápida e intensa.

Causas de la alergia
   Entre las causas naturales de la alergia se hallan los hongos, esporas, pólenes de árboles y de hierbas, insectos y pelos de animales.
   Estas suelen provocar una respuesta de tipo respiratorio, con afectación de los ojos (picores, lagrimeo), nariz, senos craneales, faringe, bronquios y pulmones.
   En el sector de los alimentos, entre los más habituales tenemos el trigo, la leche, huevos, maíz, levaduras, café y chocolate. Las alergias alimentarias, sobre todo por su vía de entrada interna, producen reacciones alérgicas más generales, afectando especialmente al sistema gastrointestinal, nervioso, respiratorio y de la piel.
   Entre las sustancias químicas que producen alergia, los aditivos que se añaden a los alimentos (saborizantes, edulcorantes, colorantes, conservantes, finalizantes, etc.) pueden crear hipersensibilidades. Los aerosoles, resinas, hidrocarburos del petróleo, pesticidas y hasta el humo del tabaco inciden en provocar una reacción alérgica.
La dieta del alérgico
   El control de la alimentación se convierte en un elemento imprescindible para reducir los efectos de cualquier proceso alergizante, especialmente si la causa de dicho proceso es justamente un alimento.
   Entre los consejos generales se recomienda tomar alimentos completos y sin adulterar, diversificar la dieta, hacer una rotación de los alimentos supuestamente alérgicos o evitarlos y seguir un régimen especial durante unos días.
Consejos dietéticos:
• Elimina los lácteos y derivados de tu dieta, ya que éstos forman mucosidad.                                                                   
• Elimina los productos de trigo (contienen gluten, proteína especialmente alergizante) y sustitúyelos por arroz o avena.
• Reduce al máximo o elimina las grasas cocidas o fritas. Una cantidad razonable de grasa de origen natural (aceites vírgenes, frutos secos, etc.) proporcionará los aportes necesarios de ácidos grasos esenciales.
• Bebe una buena cantidad de agua. Te ayudará a realizar la depuración interna.
Plan de cuatro días
    Nuestro cuerpo necesita unos cuatro días para limpiarse de los alimentos ingeridos anteriormente, por lo que, durante este periodo, se deberán consumir exclusivamente  alimentos frescos, no procesados y a ser posible de cultivo biológico (la reacción alérgica puede ser debida a residuos como colorantes, pesticidas o alergenos del medio ambiente). Para las personas con sistemas digestivos muy sensibles, se prepararán los alimentos en su forma más digerible (sopas, purés, jugos y zumos).

¿Qué se puede comer durante estos cuatro días?

   Todo tipo de frutas (excepto cítricos) y verduras (excepto maíz tierno y tomates), arroz integral o blanco, pavo (para los no vegetarianos), pescado blanco (bacalao, lenguado, merluza, rape... nunca pescado azul), almendras, nueces, piñones, pipas de girasol y patatas.
   Puesto que no se trata de una dieta para adelgazar, la cantidad de alimento no estará limitada, aunque se recomienda moderación en la comida, muy especialmente si existe sobrepeso.
   Durante los cuatro días hay que evitar los alimentos supuestamente alergizantes (expuestos en el cuadro adjunto), para luego irlos introduciendo uno por uno y paulatinamente, de modo que se pueda observar si se produce una reacción indeseable en las 24 horas siguientes a la ingesta.
   Otra forma de detectar si la causa de la alergia es un determinado alimento consiste en consumirlo en abundante cantidad y valorar la reacción a las tres o cuatro horas. Puede ser óptimo practicar este tipo de monodieta tras un ayuno corto, ya que el cuerpo reacciona mejor y de forma
más sensible. En cualquier caso, si un alimento produce una reacción alérgica, deberá eliminarse de la dieta durante un periodo de entre cuatro y seis semanas, y posteriormente se intentará reintroducirlo otra vez (esto puede ayudar a que se reduzcan los niveles de anticuerpos y a mejorar el estrés inmunológico).
   Al dejar de tomar un alimento durante un periodo de tiempo se reduce la respuesta alérgica frente a él, puesto que la cantidad de anticuerpos presentes para reaccionar disminuye. Por este motivo se recomienda rotar periódicamente los alimentos a ingerir, dejando de comer unos por unos meses, y sustituyéndolos por otros más propios de la temporada.
   También es importante anotar en un pequeño cuaderno los alimentos que introducimos cada día en la dieta y las sensaciones o malestares posibles que haya podido provocar. En el cuaderno se apuntará también la frecuencia del pulso.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario